Muchísimo más
Axel Stein
Tan pronto graduado en Bélgica, conseguí mi primer empleo en el Departamento de Arte de la Universidad de los Andes, en la Ciudad de los Caballeros, Mérida, Venezuela. Allí daba clases de Historia del Arte y compartí una bella casa en La Pedregosa con Leonardo Henríquez Consalvi a quien conocí a través de Juanín Astorga, hijo del veterano profesor Astorga.

Katyna Henríquez y Luis Ángel Duque. Foto Axel Stein.
Para aquellos tiempos, Leonardo también estaba regresando de realizar estudios de cinematografía y al llegar por aquellos montes, logró darle un nuevo uso a una gallera abandonada en el centro de la ciudad -con la tácita ayuda de su papá quien fungía de Gobernador del Estado Mérida-. Sería ésta la Cinemateca. Se equipó y se abrió al público. Fue allí que conocí a la hermana de Leo, Katyna a quien todos queremos y admiramos por seguir al timón de la librería El Buscón y a Asunta Montalva (después de Guinand) quien para aquellos tiempos era estudiante de arquitectura, era la noviecita de Leo y era la cara sonreída detrás de la taquilla del prontamente famoso local. No pelábamos una película ni tampoco las polarcitas que se vendían detrás de la estructura de palos y cortinas que separaban el mundo mágico de las imágenes en movimiento de la actividad estudiantil en la ciudad de la niebla eterna. Todo esto para decir que fue en ese ambiente que conocí a Luis Ángel quien estaba ya de amores con Katyna y con quien tendría su único hijo.
Llegando de Europa, el ambiente que conseguí en Mérida y al año, en Caracas se me hizo poco menos que el paraíso. Esa era la Venezuela que había soñado en recobrar y Luis Ángel estuvo allí desde el principio.
Al poco tiempo, tuve la suerte de ir a visitar a Luis Ángel a Bogotá. Allí estaba ese muchacho, mi contemporáneo, siempre sonreído, a sus veintipico años, ocupándose brillantemente de la Agregaduría Cultural de la Embajada de Venezuela. Tan pronto llegar, me di cuenta que LAD era una personalidad en la ciudad. No solo conocía a “le tout Bogotá” artístico, sino a los escritores y periodistas mas destacados. Fue Luis Ángel quien me presentó al Maestro Negret, a Ana Mercedes Hoyos, Beatriz González, Antonio Caro y tantos otros…

El Maestro Edgar Negret, 1980. Foto tomada por Axel Stein en una visita con LAD
.Con él fui a la hermosa Laguna de Guatavita, lugar mítico cercano a Bogotá en el cual se daba un baño ritual el cacique de la región cubierto de polvo de oro… Fue con Luis Ángel que vi por vez primera la magnífica colección de Retratos de Monjas del Convento de Santa Inés, y fue con él que recorrimos los museos, las pocas galerías de la ciudad y los anticuarios donde adquirí una colección de grabados de Humboldt y otros libros sobre Venezuela. Fue Luis Ángel quien me señaló que, en sus viajes por las regiones equinocciales, Alexander von Humboldt incluyó en su equipaje un “cianómetro”, aparato por demás poético recientemente inventado por Saussure para medir la intensidad del color de los cielos.
En el ámbito de los descubrimientos y de la revisión visual de nuestra historia que realizaron Diego Rísquez en el cine y luego Carlos Zerpa en pintura en los años 1980’s (India Nova, Sala Mendoza, 1988), Luis Ángel estuvo involucrado en expediciones amazónicas de las cuales siempre traía relatos fantásticos. Fue justamente con Rísquez que pudo hacerse sus primeras armas en el cine como co-guionista y asistente de producción con Orinoko Nuevo Mundo (1984) y Amérika Terra Incógnita (1988)

Foto “Polaroid” de un fabuloso escenario de Orinoko Nuevo Mundo, tomada por LAD en 1983
Por supuesto, hay mucho más sobre Luis Ángel. Muchísimo más, como las veladas interminables escuchando Police, planificando El Viaje Inverso en el Museo de Sofía junto a Leonor Arráiz y coordinando el Salón Pirelli… LAD, muy pronto a mi regreso a la tierra natal, me volvió a abrir las puertas de América, de Colombia y Venezuela en particular. Digo que volvió porque mi abuelo Enrique Bernardo Núñez siempre insistió en la familia para que supiéramos más sobre las singularidades de la naturaleza y sobre su historia tan peculiar, cosa que hemos hecho y seguimos haciendo. Por estas influencias y amistades muy al principio de nuestra vida profesional fue que hemos continuado con la promoción del arte producido en nuestro continente. Damos gracias por haber sido parte de su círculo de amigos, por su generosidad, su inquietud intelectual y su pasión para todo lo que emprendía.

Axel Stein y Luis Ángel Duque. Foto: Carlos Germán Rojas.
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