Ricardo Jiménez, fotógrafo venezolano, falleció el pasado 29 de agosto de 2024 en un accidente. Durante su carrera estuvo vinculado a Estilo, como profesional y como amigo. Su partida conmocionó al medio fotográfico y cultural venezolano. Muestras de afecto y admiración inundaron medios y redes. Tal es la huella que deja, un legado como artista, mentor y maestro que siempre estará presente.
Inger Pedreáñez
A comienzos de este año le dije al fotógrafo venezolano Ricardo Jiménez (1951-2024) que teníamos que ponernos de acuerdo para hacer su semblanza en este espacio. Él se sonrió cuando insistí que sería el próximo fotógrafo en mi lista de entrevistados. A veces, cuando somos muy cercanos a un personaje la tarea periodística se hace más compleja. Por una causa u otra, la cita nunca la confirmamos, aunque siguiéramos encontrándonos, semana a semana, en espacios comunes, para saludarnos siempre, sin decir adiós.

Este año habíamos cumplido diez años desde que se inició una experiencia compartida en los talleres de poesía de Igor Barreto. Primero en la Librería Lugar Común en Altamira, y luego en distintas ubicaciones, organizadas por nosotros mismos. Una de ellas fue en la Galería Tresy3, en donde Ricardo estaba a cargo de las exposiciones fotográficas. En el taller “Las ventanas más altas”, y más recientemente en el de “Iluminaciones”, escuchábamos a Igor reflexionar sobre la obra de destacados poetas y luego nos correspondía leer nuestros poemas.
Ricardo solía ser un escucha silencioso. No sólo para estos encuentros sino como filosofía de vida. Recuerdo muy bien la tarde que le tocó el turno a él para ofrecernos su poesía. Nos reunimos en una sala, alrededor de un televisor, donde mostró las fotos de Paisaje Vertical. Poco habló, salvo para hacer referencia al título de la fotografía. Eran extractos de los versos de poetas como Juan Sánchez Peláez y tantos otros, venezolanos o extranjeros que en este momento se me escapan. En su mesa de noche quedaron obras de cabecera o las de lectura pendiente: Tomás Tranströmer, Juan Rulfo, Eugenio Montejo, José Antonio Ramos Sucre.
“Mi papá leía siempre, leía mucha poesía, él sentía que debía leer todo lo que pudiese, leía todo lo que le recomendaban. Siempre quería ser un poquito mejor en todo lo que hacía. En su humildad se creía ignorante y quería seguir absorbiendo del mundo todo el conocimiento, sin saber que era un sabio en lo más importante”, comenta su hija Lucía Jiménez.
Cuenta Ricardo en entrevista radial para “Un minuto con las artes”, que durante su estadía en Inglaterra conoció, en compañía de su amigo y compadre Ricardo Gómez-Pérez, al fotógrafo mexicano Manuel Álvarez Bravo, quien le aconsejó que titulara sus fotografías. Ricardo optó por apropiarse de los versos de los poetas, porque además le gustaba ver la reacción del público, que iban de título a imagen y viceversa, buscando el nexo, la interpretación entre palabra y fotografía.
Paisaje Vertical se expuso en la librería Lugar Común (2014) y tres años después se realizó una edición limitada de 20 ejemplares por Intervalo taller editorial (2017). En esta serie, homenaje a Josef Koudelka, Ricardo Jiménez rompe con la estructura horizontal del paisaje. Una irreverencia si consideramos que al hablar de una imagen “apaisada”, el ancho es la dimensión más importante. Esta vez, en la verticalidad, el fotógrafo halló forma y metáfora para hacer de la fotografía un objeto de arte. Con esa presentación, Ricardo Jiménez también formó parte de un recital en La Poeteca (2018), con el resto de los integrantes del taller “Las ventanas más altas”.




“La poesía es lo primero. Para crear una obra de arte tiene que haber poesía, la poesía es la capacidad de interpretar las cosas…”, dijo en una entrevista coordinada por su amigo Vasco Szinetar para Encounter Art Space a propósito de esta publicación (1).
En los silencios meditativos de Ricardo, en su observación y andar pausados, en su humilde quietud, el fotógrafo contenía todas las travesías, el movimiento como un destello, el rastro de la luz que se expresaba en sus imágenes.
“Fue un observador nato, Un día de camino a Maracaibo yo estaba de mal humor porque odiaba las carreteras y me dijo, admira el paisaje y se te quita todo. Yo no lo supe entender entonces. Con el tiempo, trabajando juntos, hablando de fotografía, lo entendí. Le encantaba la calma que le transmitía el paisaje, sus silencios, su simpleza, su grandeza. Ahí estará él siempre, admirando el paisaje silenciosamente con el dedo en el disparador, esperando…”, describe Lucía.
Decía Ricardo que toda fotografía es un autorretrato, incluso cuando retrataba a un personaje. Y la pausa, la meditación, el silencio se hacen profundos en sus fotografías. Lo curioso sólo se hace visible cuando el alma está en calma. Así son sus obras.
Observar también en movimiento. No es casual que sea Caracas desde el carro (1993) la obra más representativa de su trayectoria. Una serie que llamó la atención del Museo Reina Sofía, en España, para incluirla en su colección (2018), y que está destacada en la Historia del fotolibro latinoamericano, de Horacio Fernández.






“Caracas desde el carro es uno de los trayectos más interesantes, porque allí pude meterme en los momentos de la gente sin que ellos se dieran cuenta. Es como si pudieras robarle un instante a la persona”, dijo Ricardo Jiménez en una entrevista a Lorena González Inneco.
El fotógrafo Nelson Garrido solía mencionar a Ricardo en sus talleres de la Organización Nelson Garrido, como un ejemplo al hablar de la pulsión para fotografiar, que se podría resumir en que la inspiración solo requiere de la oportunidad de imaginar, sin considerar que el tiempo es un obstáculo. En un hecho tan cotidiano como hacer el transporte de sus hijas al colegio, y llevar a su esposa Consuelo a la oficina, se encontraba con la veta creativa. La vista desde la ventana y los retrovisores le ayudaron a establecer dimensiones de las realidades simultáneas, y la fugacidad de vidas atrapadas en un instante.
La luz en lo oscuro
El vínculo entre el fotógrafo Vasco Szinetar, el poeta Igor Barreto y Ricardo Jiménez viene de un arraigo pactado desde la imagen y la poesía. Cuando Jiménez expuso en la galería El Daguerrotipo su serie La Noche (1985), bajo curaduría de Szinetar (quien siempre estuvo presente en sus exposiciones), el texto de sala lo escribió Barreto. Ese fue el inicio de una relación que los ha motivado a nuevos proyectos como El Duelo (2010), la serie de las peleas de gallo (si no me equivoco inconclusa) y la colaboración con el poemario Carreteras nocturnas (2010), que es otra historia sobre fotografiar la travesía.

“La noche es paradójica, en la oscuridad cualquier rayito o luminiscencia resalta y se hace más importante. He hecho muchas fotografías de noche, buscando la poesía en la luz”, dijo Ricardo Jiménez en el programa “Un minuto con las artes”. (2)

Hay historias que merecen ser recordadas, y Ricardo tenía muchas. Como cuando Igor Barreto le pregunta si en sus archivos tenía fotografías de carreteras en la noche y él le responde que sí. Pasan seis meses y un día recibe la llamada del poeta para decirle que el libro está entrando en imprenta y que le envíe las fotos. Ricardo no ha buscado nada. Entonces se va al terminal de pasajeros, con la intención de abordar al azar un autobús, el que esté próximo a salir cuando finaliza la tarde. Y encuentra uno con destino a Punto Fijo. Toda la noche se dedica a tomar fotos, duerme de día y regresa en otro viaje nocturno para seguir capturando los momentos de la oscuridad. Esas son las fotos que acompañan los poemas de Barreto y que fueron expuestas en el Ateneo de Caracas en 2016.

El azar siempre fue interesante para Jiménez. Desde que su padre le aconsejó que no cayera en la tentación de los juegos de azar. Tal vez la apuesta en las peleas de gallos le permitieron exorcizar ese mundo.
Los viajes, el paisaje y los personajes le dieron a Ricardo Jiménez una gran fuente de poesía visual. El interior del país se mostró diferente en sus texturas y blanquinegros. También cada viaje a nuevos territorios. De ese proceso se logró su exposición individual Bitácora (2022), en Le Mur Gallery, en el marco de PhotoEspaña 22. La serie, que se realizó en 1997, también le hizo merecedor del Premio V Bienal de Guayana en 1998 y se expuso en el Centro de Fotografía del Conac en 2001.




Incluso cuando realizó fotografía comercial y corporativa, en la dupla con Ricardo Gómez-Pérez, a través de Ricar2 Photographers, encontraba espacios para reservar a sus procesos autorales. Luego de llevar el registro de un evento social, observa como un mesonero va sirviendo los tragos sobre una mesa de billar.
Siempre es grato encontrar la firma de Ricardo Jiménez en colectivas temáticas y así lo descubrimos en obras más íntimas como sus desnudos expuestos en SpacioZero (2023), o sus polaroids cuando se realizó la exposición Realidades Instantáneas (2015), en la Sala TAC, donde vimos unas naturalezas muertas cargadas de surrealismo, realizadas en la década de 1990. Igualmente, formó parte de la colectiva “Retratos de Caracas. 8 Fotógrafos” (2023), cuando se inauguró la Sala El Archivo, del Centro Cultural UCAB en alianza con el Archivo Fotografía Urbana.
Sus obras tienen una diversidad conceptual pero siempre bordeada de intimidad. De allí que su aporte a la fotografía lo hizo merecedor de la edición de su PHotoBolsillo en 2017, una colección de autores latinoamericanos que coordina El Archivo y la editorial española La Fábrica.

Luz en el legado
Este es el Ricardo Jiménez creador, artista, poeta. Pero hay otra faceta más silente y generosa. El apoyo a las comunidades a través de proyectos de enseñanza de fotografía junto a la fotógrafa Elizabeth Schummer con 101 Camaras X Espacio Anna Frank, proyecto que se inició en 2018. Recientemente, coincidimos en un acto de entrega de certificados para los jóvenes de la Cota 905, un barrio del oeste de Caracas.

Sus procesos curatoriales, que se afianzaron en las exposiciones para Roberto Mata Taller de Fotografía, RMTF, en La Hacienda La Trinidad, permitió mostrar el talento de muchos fotógrafos que tienen nuevas maneras de expresarse. Esta experiencia también la realizó en un espacio dirigido por Mariana Himiob, la Galería Tresy3 (2014-2020) que brindó una oportunidad única en estas décadas para la discusión fotográfica. Con Ricardo Jiménez no sólo había un ojo para hilar las narrativas de sus colegas en las exposiciones que él curaba, sino también el diálogo inspirador en Tarde de Fotógrafos.

He tratado de evitar que esta breve reseña no se vuelva personal, pero no puedo dejar de agradecerle a Ricardo su afecto y solidaridad. Una generosidad que extendió a todas las personas que le conocieron, porque tal como dice Lucía, su hija, él sabía que había que estar en este mundo para ser algo mejor.
A Ricardo Jiménez le atraía descubrir la magia de la luz, atraparla entre esas sombras de los días y las negritudes de la noche. Y así como los reflejos transformaron su paisaje en arte, entre espejos y ventanas, una mañana produjo el giro inesperado que nos lleva hoy a escribir estas líneas sin él. Ricardo tuvo que emprender esta injusta travesía, pero su brillo queda en el reconocimiento de quienes lo conocimos y compartimos gratos momentos, desde la imagen, la cordialidad y la poesía.
(1) Sobre Paisaje Vertical (2018) , video realizado por Dave Francis para Encounters Art Space.
(2) Un minuto con las artes, entrevistado el 08 de junio de 2022.
Entrevistas referenciales:
– Entrevista con Lorena González Inneco, publicada el 15 de noviembre de 2015.
– A propósito de su exposición La sombra del apostador, 26 de marzo 2015. Una muestra sobre las peleas de gallo, proyecto conjunto con el poeta Igor Barreto. El video fue realizado por Encounters Art Space.
Agradecimientos a Lucía Jiménez por sus aportes, tanto en testimonio como en fotografías, para la realización de esta semblanza
Ricardo Jiménez para el portafolio dedicado a la fotografía venezolana en la edición número 9 publicada en 1989.
“A principios de los 80 comencé a viajar por Venezuela y a fotografiarla. De esa época tengo imágenes muy campesinas con un dejo marginal que actualmente ya no me interesa. La intención de mis trabajos no es de crítica sino mostrar la realidad tal cual como se me presenta e impacta. Hoy en día ya no viajo, en cambio, aprovecho la noche porque me atrae, aunque parezca paradójico, por la luz. La magia de la sutil iluminación nocturna me permite crear imágenes más poéticas. Además, la mayoría la suelo tomar desde el carro; desde allí capto con la cámara actitudes del hombre, generalmente solitario o en pareja. Me concentro en el ser humano porque encuentro la calle muy atiborrada de textos, vallas, afiches, grafitties, etc., lo cual no me permitiría resultados tan depurados y universales como los que logro y pretendo. Mis fotos son el resultado del blanco y negro en la noche.”
Breve biografía de Ricardo Jiménez
En 1978 completa su primera serie, Inscapes, que muestra paisajes interiores urbanos. Un año después exhibe sus primeras fotografías con el Group Encounters en la Gallerie Manchester.
En 1982, participa en la exposición colectiva Los venezolanos, comisariada por María Teresa Boulton y Paolo Gasparini en la Photographer´s Gallery de Londres. Y dos años después su obra forma parte de la muestra colectiva 49 años de fotografía artística en Venezuela, en el Museo de Arte São Paulo, Brasil, organizada por Boulton. En 1985 realiza su primera exposición individual y ese mismo año recibe el Premio de Fotografía Luis Felipe Toro.
A partir de ese momento compagina la fotografía publicitaria y editorial con las exposiciones colectivas e individuales. Sus fotografías forman parte de las colecciones Banco Mercantil (Caracas); Ignacio y Valentina Oberto (Caracas); Instituto Autónomo Biblioteca Nacional (Caracas); Stanislas y Leticia Poniatowski (Bogotá), Alexis Fabry (París), Archivo Fotografía Urbana (Caracas) y Museo Reina Sofía (España).
Inició sus estudios formales de fotografía en la Escuela Frías de Caracas (1976) y también en el Instituto de Diseño Neumann, con Alexis Pérez–Luna. En 1977 viajó a Inglaterra para estudiar en el Sir John Cass School of Art. En 1978 ingresó al Bournemouth and Poole College of Art and Design, de donde obtuvo un Diploma en Fotografía (1981).
Fuente: PhotoBolsillo
Inger Pedreáñez es periodista (UCV), fotógrafa, poeta. Profesora de periodismo en la Universidad Católica Andrés Bello. Dedicada al periodismo corporativo por más de 30 años. IG: @ingervpr.
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Maravilloso recorrido por la profunda visión de Ricardo Jiménez a través del lente y de una carrera poética y artística al mismo tiempo. Mis 40 años fuera de Venezuela, no me permitió conocerlo en persona, pero su matrimonio con mi prima Consuelo, creo destellos de valores en su relación con la familia y quienes se encargaron de que el brillo de su aporte de calidad para con cada uno de sus miembros, traspasara más allá de las fronteras. Escuchaba de su gigante personalidad y del apoyo que significaba su presencia para con todos! Era un gigante. Significó la figura de gran pater-family y se ganó el respeto y la admiración de todos! Dejó un gran vacío! El vacío retumbó aquí también al escuchar sobre su partida! Un gran abrazo a todos los eruditos y académicos que se han unido a la familia para rendir este homenaje. Me llamo Mila Molko. Desde USA.
Excelente artÍculo e inesperada partida.
Excelente obra que siempre será citada.Hermoso ser humano muy querido y respetado.
Descanse en paz