León Ferrari

por Betina Barrios Ayala

En su estudio hay torsos desnudos, esferas, maniquíes, tijeras, papeles, lienzos, objetos, libros, alambres, palitos, pinturas, vidrios, pinceles, lámparas y todo, todo eso es lenguaje. Tiene un lugar, un propósito. Aunque aparente ser marea dispersa, él consigue ordenarla y disponerla como hábil construcción crítica con cualidad de transferencia. Contemplar la obra de León Ferrari es ocupar el lugar del diálogo, la resistencia y la interpelación. Es una propuesta conversacional de talante subversivo. Sin embargo, más allá de las formas estéticas y la materialidad, en su trabajo batalla la reflexión. Sea quizás su formación empírica, marginal y autodidacta la fórmula oculta en cualquiera de sus objetos, esculturas, montajes, grafías, piezas teatrales, posters, cartas, poemas, dibujos, heliografías, elementos arquitectónicos, braille, intervenciones, prensa o collage. No hay envase suficiente. No hay espacio que no toque. Hizo con su vida un discurso constante de exploración. La brutalidad de sus posturas, descarnadamente irónicas, salvajes, muestran un grado impecable de honestidad, claridad y sutileza. Esta cuestión maniquea lo perfila tan humano, capaz de conversar y verse en el otro, sea quien este sea. En su obra lo local es universal, lo propio es total.

León Ferrari (03/09/1920 – 25/07/2013)

El legado de León Ferrari atraviesa lo poético, plástico y político con el mismo peso. Un artista heterogéneo y prolífico, comprometido con el devenir de su país en la conquista de los derechos humanos, las libertades sociales y políticas, la lucha contra la violencia, las desigualdades y la intolerancia. Nunca abandona los espacios, sus posturas ni su ética. Una vida compleja que involucra la pérdida de un hijo, el exilio, la censura, el sabotaje y el poder desmesurado de las instituciones. Su obra es un cuestionamiento abierto a los principios estéticos y el “buen gusto” propio de los cánones formales y las clases dirigentes. Sin embargo, esta rebeldía se sostiene en equilibrio: su arte es inquieto y mínimo, hecho con la materia de la vida, con la curiosidad del arrojo y el deseo.

Nació en Buenos Aires y vivió 92 años entre 1920 y 2013. La producción total de su obra está compuesta por al menos diez mil piezas. Sus afectos lo recuerdan con palabras como generosidad, irreverencia, juventud y eternidad. Sus padres fueron Susana Celia del Pardo y Augusto César Ferrari, éste último reconocido arquitecto, fotógrafo y pintor. Se conocieron siendo ella maestra de escuela y él pintor del interior de una iglesia cercana. Susana solía posar como modelo para fotografías-boceto de frescos religiosos. En presencia de albañiles y mendigos, hacía parte de escenas y desnudos. Esta dualidad entre lo divino y terreno es una fundación del acervo sensible de León. Su educación católica se verá contrastada con esta cotidianidad que lo marcará a fuego y engendrará la raíz de su obra. Evadió la educación formal para el arte, su libertad creativa se forjó fuera de ese cinturón. En sus meditaciones lo ve como ventaja, una responsabilidad en razón de un descubrimiento: aquello que no se ha hecho, lo que no está en la técnica ni cánones reconocidos por las academias. Sin embargo, estudió ingeniería y creó un laboratorio para la fabricación de colores para cerámica, y éste fue precisamente el primer medio que utilizó para crear.

León Ferrari. Con distintas obras en su etapa italiana.

En 1946 comienza a dibujar retratos de Alicia Barros Castro, su mujer. Con ella compartirá su vida y tendrá tres hijos: Marialí, Pablo y Ariel. En 1952 viaja a Italia con su familia por la enfermedad de su hija mayor, quien tiene posibilidad de curarse en el Hospital de Niños de Florencia bajo tratamiento de un especialista. Durante este viaje tiene oportunidad de relacionarse con un círculo estimulante de artistas e intelectuales para quienes la política era un tema de rigor. Toma clases con el ceramista siciliano Salvatore Meli, y en 1955 celebra su primera exposición individual en la Galleria Cairola de Milán. De regreso en Argentina, continua la exploración en torno a la creación de objetos, realiza esculturas y tallas en metal y madera.

Taller de León Ferrari en Roma, 1955. Foto Archivo FALFAA.

Hacia 1961 expone sus trabajos hechos en alambre en galerías de la capital. En el curso de una de estas exhibiciones, conoce al poeta Rafael Alberti a quien acompañará en la publicación italiana de su libro Escrito en el aire (1964).

Reproducción de portada e interiores de la primera edición de Escrito en el aire de 1964 publicada en Milán por la editorial Vanni Scheiwiller

En 1963 comienza a trabajar en su serie de grafías Cartas a un general. Una escritura ilegible y deforme sobre la que comentará lo que sigue: «A un general no le gustaría saber lo que tengo para decirle».

Manuscritos será el título de una serie de cerca de treinta obras que inicia en 1964. Algunas de ellas serán transcripciones de noticias de prensa o relatos bíblicos en caligrafía manual. Estos manuscritos alternan “palabras raras” que Ferrari toma del diccionario atraído por su fonética. La relación de sonido y significado se convierte en búsqueda hacia la ambigüedad del lenguaje. La alteración que imprime sobre algunas letras, busca pronunciarlas, decirlas, hacerlas caer con todo su peso, adquirir volumen en la página, sin uniformidad. Se trata de un ejercicio de exploración, distensión y reinterpretación del lenguaje hacia sus posibilidades semánticas y plásticas. Una palabra puede decir lo que es con la escritura: el significado y la forma como unidad y oportunidad. Aquí resalta la obra Cuadro escrito, que se convertirá en ícono del arte conceptual latinoamericano. En su interior leemos:

«Si yo supiera pintar, si Dios en su apuro y turbado error confuso me hubiera tocado, agarraría los vellos de la marta en la punta de una rama de fresno flexible empapados sumergidos en óleo bermejo y precisamente en este lugar iniciaría una línea delgada flaca ya con la intención de cubrirla después maniobrando con la transparencia. Al lado un pozo absolutamente negro y definitivo (…) Pero Dios no lo quiso, cuando yo en mi turno pasé a su lado con el alma extendida en una limosna Dios no quiso tocarme: tenía su mano entretenida haciendo los valles y nalgas de Alafia y no quiso sacarla ensimismado en Alafia aunque era mi turno y no quiso tocarme.»

Cuadro escrito (1964). Tinta sobre papel. Colección Eduardo F. Costantini, Buenos Aires.

Jorge Romero Brest, director del Centro de Artes Visuales del Instituto Torcuato Di Tella en 1965, lo invita a participar en el Premio Nacional otorgado por la institución. Allí León presenta obras abiertamente críticas a la guerra de Vietnam. Entre ellas La civilización occidental y cristiana, un cuestionamiento a los valores culturales de Occidente. En la introducción al libro La bondadosa crueldad, publicado por Editorial Argonauta en el año 2000, León Ferrari escribirá:

«Occidente siente una singular y doble pasión por la crueldad».

Ferrari refiere al padecimiento de Jesús en la cruz, una condena para la humanidad que cree en él. Padecer es un credo. Para los creyentes, la tortura forma parte de su ética. Este aspecto complejo en el que la bondad, lo divino, se entremezcla con lo cruel es un nicho crítico en el que ampara muchas de sus reflexiones. A este respecto elabora piezas escritas y collages, así como sus ya mencionados “cuadros escritos” y algunos poemas:

Cuchillos

Cuchillos
para matar impíos
para resucitarlos
para sepultarlos
entre llamaradas
para castigarlos
siempre

La bondadosa crueldad, poemas y collages.
Editorial Argonauta. Buenos Aires, 2000.

La relación de la dictadura militar con la iglesia católica se transparenta en esta búsqueda de respuestas que se elabora en Ferrari. Él mismo recibió educación católica y su padre construyó importantes iglesias en las ciudades de Córdoba y Buenos Aires. Sin embargo, en él germina la desconfianza por la contradicción, la necesidad de preguntarse por la ambigüedad de los dictámenes.

La civilización occidental y cristiana es el montaje de un avión de guerra y la imagen de Cristo que dispara la pregunta por la compleja relación del arte con la religión y la política. Esta obra fue retirada tras pocos días de haber sido expuesta en el Instituto Di Tella, en una clara muestra de censura institucional. A partir de entonces, Ferrari quedará ligado al cuestionamiento de la religión y el orden político de occidente. Sin embargo, avanza y continua el gesto a través de nuevos soportes. Aparece entonces el collage literario Palabras ajenas, una obra publicada en 1967 y llevada al teatro en Londres por Leopoldo Maler en 1968 bajo el título Listen Here Now. A News Concert for Four Voices and a Soft Drum.

León Ferrari. La civilización occidental y cristiana, 1965. Recibió el León de Oro en la Bienal de Venecia en el 2007.
Performance Operativo Pacem in Terris. Puesta en escena de Palabras ajenas, con dirección de Pedro Asquini. Teatro Larrañaga, Buenos Aires, 1972-73.

Palabras ajenas se mantiene vigente y fue estrenada el pasado 16 de octubre de 2021 en el teatro Espacio Xirgu sobre la calle Chacabuco 875 en la Ciudad de Buenos Aires bajo la dirección de Martin Bauer. Una performance continua de ocho horas que reproduce conversaciones de Dios con Adolf Hitler y el presidente estadounidense, Lyndon B. Johnson. Intervienen lecturas de agencias nacionales e internacionales que cubrían la guerra de Vietnam, los años convulsos latinoamericanos y el arte conceptual. Ferrari elabora una gramática compleja en relación a la urgencia de comprender y analizar el discurso de crueldad y violencia que sostienen los líderes políticos en relación al destino de los hombres.

La literatura es una constante en la vida de Ferrari. No solo como forma expresiva, sino en la amistad que sostiene con personalidades como Julio Cortázar. Esta conexión se hace manifiesta en obras como Autopista del Sur. Una heliografía alegórica al cuento homónimo del escritor en el que se parodia la vida urbana como una espiral infinita, un entramado equívoco y laberíntico sin resolución. Una circularidad que marca el padecimiento de repetir las rutinas y recorridos, las trampas del capital y la vida moderna. Por otro lado, está la correspondencia que se entabla entre ambos. En ella se percibe el interés de Cortázar por la obra de Ferrari, el acompañamiento de sus procesos creativos y posturas políticas. En una carta fechada en 1967, se lee un comentario sobre la lectura de Palabras ajenas, el collage literario de León. Una pieza hecha para la puesta en escena, pensada para sus tiempos, el dinamismo y la sonoridad que le son propias. Remarca con entusiasmo que la idea es muy buena y que hará lo posible por hacerla llegar a Cuba, espacio sobre el que Cortázar ejercía notable influencia.

León Ferrari y la cuestión política están estrechamente anudados. Tras lo ocurrido en el Instituto Di Tella con la censura de La civilización occidental y cristiana, participa exclusivamente de exposiciones críticas y colectivas de fuerte contenido político en rechazo al arte pensado como mero artificio estético y complaciente. Destaca su participación en Tucumán Arde, uno de los ejemplos más destacados de arte político, experimental y de investigación en América Latina. A principios de 1968, un grupo de artistas, periodistas y sociólogos de Rosario y Buenos Aires, emprendieron una serie de acciones para denunciar la distancia entre la vida real y el accionar de la dirigencia política. Entre sus miembros más destacados figuran: León Ferrari, Roberto Jacoby, Norberto Puzzolo, Eduardo Favario, Juan Pablo Renzi, María Teresa Gramuglio, Noemí Scandell y Oswaldo Boglini. El arte se disuelve en la política y la intención es hacer ruido, movilizar en torno al uso de recursos artísticos para revolucionar los espacios públicos y la opinión.  

«El arte no será ni la belleza ni la novedad, el arte será la eficacia y la perturbación. La obra de arte lograda será aquella que dentro del medio donde se mueve el artista tenga un impacto equivalente en cierto modo a la de un atentado terrorista en un país que se libera».

León Ferrari*

*El arte de los significados (fragmento), 1968. Primer encuentro de Tucumán arde.

Tras una etapa de fuerte crítica política a través de su vida y obra, el golpe de Estado de 1976 traerá duras consecuencias para Ferrari. Su hijo menor, Ariel, será secuestrado y desaparecido por la dictadura. León y su familia se irán al exilio en Brasil a partir de noviembre de ese mismo año. Una vez en San Pablo, Ferrari recopila noticias publicadas en medios de comunicación masiva relacionadas con la represión del gobierno en su país. Esta serie se conocerá posteriormente como Nosotros no sabíamos, una frase repetida por parte de la sociedad civil argentina frente a las pruebas relacionadas con las atrocidades cometidas por el poder político y militar. En Brasil se vincula con artistas y comienza a experimentar con nuevas técnicas de reproducción como el grabado, la fotocopia, el arte postal, litografías, videotexto, esculturas en acero inoxidable y libros de artista. Se dedicará a la docencia, un espacio satisfactorio de inserción y contribución social.

León Ferrari. Libro de artista, 1976.

Ferrari en su taller en Sao Paolo, Brasil. Fotos Carlos Sampaio, y en sus clases.

En 1986 participa de la segunda edición de la Bienal de la Habana y se hace acreedor de la célebre Beca Guggenheim para la investigación y ejecución de su obra Relectura de la Biblia, que será expuesta en Buenos Aires en 1988.

No regresará a su país sino hasta 1991. Trabaja sin descanso en la serie Errores, otras obras con peces, ranas y axalotes y participa en la muestra Surrealismo. En 1994 comienza la serie Maniquíes con intervenciones de escritura e imagen. En 1997 trabaja en su obra Braille, una serie que propone la inclusión de poemas de Jorge Luis Borges y textos de André Bretón sobre desnudos de fotógrafos como Man Ray, Tatiano Maiore, Ferdinando Scianna y su padre, Augusto César Ferrari. La obra Unión libre (2004), forma parte de esta serie que se inicia con El ciego, en un claro homenaje a Borges. Estas piezas fueron presentadas junto a una leyenda que rezaba: “No está prohibido tocar las obras”. Con este mensaje, León invitaba al público a establecer contacto directo y participativo, una invitación a sentir la obra en un breve arrebato erotizante. La propuesta es romper la distancia y el célebre “se mira y no se toca”, una regla general en museos, galerías y espacios de exhibición formales.

Sin título, 2004. Poema “Unión libre” de André Bretón. Traducción de Aldo Pellegrini.
Escrito en braille sobre fotografía de Tatiano Maiore.

En 2005 desarrolla la serie Atados con alambre, esculturas hechas con huesos, varillas de madera y ramas. En 2007, en el marco de la 52° Bienal de Arte de Venecia, recibe el León de Oro, prestigioso premio de las artes a nivel mundial. En 2009 el MoMa de Nueva York presenta la exposición Tangled Alphabets: León Ferrari and Mira Schendel, curada por Luis Enrique Pérez-Oramas, dedicada a la producción en diálogo de estos artistas. Este trabajo girará por el mundo hacia el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid y a la Fundación Museo Ibere Camargo en Porto Alegre.

«Dibujo desde hace más de treinta años sin un propósito definido porque me gusta como forma de expresión, como ejercicio mental y como una fuente de posible renovación de lenguaje. Dibujo palabras que cuentan cosas (…) manuscritos cuyos trazos recuerdan voces. La forma de escribir, de dibujar las palabras, es parte de su significado, como lo es el tono de la voz que las pronuncia. Y escribo dibujos para contar pensamientos, imágenes que las palabras no saben contar».

León Ferrari, 1997
Planeta. 1979.

León nació un 3 de septiembre. Ese mismo día, visité la exhibición dedicada a su obra en el Museo Nacional de Bellas Artes argentino, Ferrari infinito. Una reunión de cien trabajos gráficos propios de los años 1970 y 1980. A raíz de la pandemia, en el 2021, celebraron el centenario de su nacimiento. La muestra buscó iluminar temas recurrentes del artista: la vida y dinámica de la urbe, el diseño, la estrategia del ajedrez, las calles y autopistas, la caligrafía ininteligible, los libros de artista. Ferrari armaba laberintos con herramientas de planeación urbana y edilicia. Experimentó con la línea, la escritura y la abstracción. Los trabajos corresponden a sus años de exilio en Brasil, momento en que comienza a utilizar imágenes de ‘Letraset’ y técnicas de reproducción mecánica como la fotocopia. La transparencia y contundencia de su trabajo es radicalmente conmovedora. Lejos de lo burdo, aun cuando se trata de una expresión rebelde, mínima y experimental, en ella hay un germen verdadero. Un carácter genuino y diverso que lo convierte en una babel sin guerra, un lenguaje sin frontera, un hombre universal.

León Ferrari en su estudio.

Betina Barrios Ayala es investigadora, docente y librera. Colabora con diversos medios, organizaciones e instituciones culturales. Trabaja con libros y escribe sobre arte y cultura a partir de intersecciones relativas al viaje, la experiencia y el paisaje. Conduce el proyecto de investigación Afecto Impreso. Su página personal es experienceparoles

Nota editorial: En el 2020 estaba planificada una exposición antológica en conmemoración del centenario de León Ferrari, en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, pero no se pudo realizar por la pandemia del COVID-19. En el 2023, desde mayo y hasta agosto, se muestra al público la exposición Recurrencias, organizada junto a la Fundación Augusto y León Ferrari Arte y Acervo (FALFAA), y con curaduría de Cecilia Rabossi y Andrés Duprat. La muestra presenta cerca de 250 obras, entre las que se incluyen dibujos, tintas, collages, grabados, objetos, heliografías, planos y cerámicas del período 1960-2011.

Fotos Fundación Augusto y León Ferrari Arte y Acervo (FALFAA) fundacionferrari.org

ALGUNAS OBRAS DE León Ferrari

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Más sobre León Ferrari

Sitio web del artista https://leonferrari.com.ar/

Sitio web de la Fundación Ferrari https://fundacionferrari.org/

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