Alejandro Vega

Publicado por 7:22 pm Artistas emergentes, Escultura

por Betina Barrios Ayala

Fotos por Andrea BenÍtez, cortesía de Alejandro Vega y GBG Arts

Acercarse a un recorrido profesional a partir de su lugar en la tradición permite leer los atributos funcionales y estéticos que la sostienen. Hace poco más de un siglo, en 1919, el arquitecto alemán Walter Gropius fundaba como sucesor de su colega y diseñador belga Henry Van de Velde, la Bauhaus en Weimar, ciudad motor político y cultural de Alemania tras la derrota en la I Guerra Mundial. La mayor escuela de arte del siglo XX, fue migrando de ciudad en ciudad sobreviviendo a los designios de la guerra. Proyectó su influencia hacia diversas orillas, concentrando en su estructura una horizontalidad disciplinaria que apuntó a la teoría del ‘Gesamtkunstwerk’: la ‘obra de arte total’. El diseño sería la piedra fundamental, síntesis de todas las artes bajo el paraguas de la arquitectura.

En esta suma de viaje, academia, arquitectura, arte y diseño se inscribe la vida y obra de Alejandro Vega Beuvrin (Caracas, 1979); arquitecto y escultor residenciado en Barcelona, España. La primera línea de su statement, ya rememora el Punto y línea sobre el plano de Vasily Kandinsky, quien se desempeñó como maestro en la Bauhaus en 1922. Es la propia noción de plano el elemento fundante del propósito de Alejandro desde su lugar en el arte:

«Mi trabajo se concentra en la manipulación del plano como elemento compositivo. No persigo reducirlo a su forma rectangular tradicional; lo uso en su habilidad de ser replicado y generar múltiples interacciones en el espacio. Así creo composiciones objetuales que reclaman el uso del plano más allá de su función como soporte de la obra»

Alejandro Vega

Alejandro se dedica a las artes plásticas de cara a un proceso migratorio que transforma su realidad personal, social y profesional. En el año 2014 Caracas está en llamas, las calles de la ciudad son un hervidero. La universidad, su lugar de trabajo es protagonista, y esto reduce la actividad académica. Inquieto, se moviliza, recorre y se pregunta cuál es su lugar, qué hacer con el valor que concentra como profesional en conjunto con su amplio capital creativo.

En este contexto nacen sus primeros acercamientos al conjunto de su obra conocido como ‘Barricadas’, el cual ha crecido junto a él en técnica y dimensión. El nombre proviene de la ‘Guarimba’, parte de la expresión del movimiento cívico en Venezuela. Se trata de una estrategia de protesta por desgaste: pequeñas emboscadas distribuidas en el espacio de la ciudad formadas por objetos de desecho. Desde la basura se crean montañas que se incendian e impiden el avance de las fuerzas de seguridad del Estado hasta los espacios residenciales y de manifestación. Alejandro decide representar esta expresión en su trabajo como un homenaje a civiles y estudiantes que perdieron su vida durante las protestas que se extendieron a lo largo de todo el año 2014.

La conjunción de arquitectura y escultura es notable en múltiples dimensiones. Siendo una forma del arte que trasciende el plano y se instala en el espacio con la dimensión de un cuerpo, numerosos arquitectos han cruzado el puente, pensando la urbe como el lugar del acontecimiento. La interacción de los transeúntes con los objetos, la dimensión de la obra en conversación con lo social. En este sentido, conviene rescatar esta definición de arquitectura, equiparable a las propiedades de la escultura:

 «(Arquitectura es) el magistral, correcto y magnífico juego de masas reunidas en la luz»

Le Corbusier

¿Acaso un arquitecto no esculpe el espacio hasta que encuentra la mejor solución para hacerlo habitable? El objetivo es jugar con los espacios y cuestionar los límites. Y no solo aquellos propios del espacio como lugar de habitabilidad; sino los relativos a las personas y a la propia dinámica de las interacciones humanas. Tanto la arquitectura como la escultura son disciplinas inclinadas a la proporción, el equilibrio y la sensibilidad. Artistas de gran renombre como Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002), Zaha Hadid (Bagdad, 1950 – Miami, 2016) y Santiago Calatrava (Benimámet, 1951); desplazan su formación como arquitectos hacia la creación de objetos. A través de la conjunción de diseño y volumen, pueblan el espacio de elementos que conversan con la ciudad y sus habitantes. De esta forma se convierten en verdadero puente de conocimiento, creación y funcionalidad. La escultura se hace forma quieta en el lugar del tránsito, y a su vez aporta movimiento en el lugar de la obra.

Sobre el proceso de trabajo de Alejandro, cuenta lo que sigue:

«El primer paso de la escultura es el dibujo. Luego, lo que hago es cortar esos trazos y ensamblarlos. Mi trabajo carece de volumen más allá del que posee la propia lámina. El volumen es producto de la superposición que hago de ellas a través de incisiones. Básicamente es dibujar en el espacio. Mis esculturas proponen un diseño espacial. Que haya una interacción entre los elementos que la forman y tomen posesión de un territorio»

Es así como la escultura es una ilusión de volumen. El proceso es simple: dibujo, recorte y ensamblaje de formas planas. El objetivo es trabajar con un número limitado de partes, sin incorporar ningún tipo de soldadura o proceso que él mismo, con sus manos, no sea capaz de reproducir. La prioridad, el deseo es trabajar con las propias manos, como un artesano, alineado con los conceptos capitales de la escuela Bauhaus, donde el último objetivo de toda actividad creativa es la construcción.

Alejandro comenzó trabajando con hierro. Con el paso del tiempo el material comenzó a degradarse creando formas, texturas y colores nuevos en la superficie. Esto otorgó un inesperado carácter a su trabajo. Como los edificios, la erosión del tiempo y las condiciones de la intemperie permean la apariencia exterior, imprimen carácter y significado, los convierte en participes del devenir histórico. La capacidad metafórica de su obra es conmovedora, sencilla e inteligente. Se inscribe en cierto minimalismo tanto desde su abordaje conceptual como técnico, aunque finalmente (re)cree formas y espacios con reflejos y juegos cinéticos, haciendo sencillez en la multiplicidad.

Esto lo constata cuando comienza a emplear acero inoxidable. Tras el pulimento del material, aparecen espejos, rebotes de luz con ilusión de movimiento e intermitencia. La repetición de los reflejos causa vibración, así como trabajan sus dos grandes referentes en el arte plástico venezolano, los dos maestros: Carlos Cruz-Diez y Alejandro Otero.

Homónimo de uno de ellos, Alejandro persigue que sus objetos ocupen un lugar en la ciudad. Su obra ha sido exhibida en el marco del Festival Carré Latin[i], impulsado por la venezolana Leonor Parra, en sus ediciones de los años 2016, 2017 y 2019. Este festival ocupa el Palais Royal de París, inserto en los jardines del Museo Louvre, pleno de espacios verdes. Esta iniciativa ha sido muy bien recibida y celebrada por curadores reconocidos y expertos, lo que ha permitido su renovación, diversificación y alcance. Suele darse en el mes de octubre, y ofrece las obras elegidas como parte constitutiva del tejido urbano. Las piezas de Alejandro transitan como fuentes o monumentos, y reflejan lo circundante como edificios de cristal propios de la modernidad. Asimismo, se mueven de la mano de los tiempos que corren: con velocidad y estrategia. El desplazamiento y la conjunción son los protagonistas de este trabajo, propuesta de cruce en el lugar de su vida íntima y desarrollo profesional.

Festival Carré Latin. Palais Royal. París, Francia.

Todo lo relacionado con la técnica y fabricación de las piezas es herencia de sus estudios de posgrado en Barcelona. Se trata de diseño asistido por computadora. Trabaja con robots de construcción, creados para la fabricación de elementos arquitectónicos. Así, resignifica esta tecnología y conocimiento, trasladándolo al lugar de la creación.

Como un híbrido de tiempos, entre tradición y contemporaneidad, Alejandro Vega ofrece una reflexión estética y vivencial. La ruta de su trabajo es un recorrido sensible por la historia contemporánea venezolana, plena de ilusión y derrumbe, viajes y regresos, signo que representa pura trasgresión de límites que van más allá del horror para encontrarse con la esencia.

Alejandro Vega Beuvrin. Barricada #12.

[i] Plataforma de promoción de artistas latinoamericanos. Se define como el espacio de los latinoamericanos en París en el momento de ocurrencia de las ferias de arte contemporáneo más importantes que tienen lugar en la ciudad

Betina Barrios Ayala cursa el programa de Doctorado en Literatura Latinoamericana y Crítica Cultural en la Universidad de San Andrés (Argentina, 2019). Licenciada en Estudios Políticos por la Universidad Central de Venezuela, UCV (2007). Tiene una maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad de Belgrano (Buenos Aires, 2015). Obtuvo una mención en el I Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas (2016). Mantiene desde 2011 el blog literario experienceparoles. Ha colaborado con diversos medios e instituciones culturales. Trabaja con libros, configurando bibliotecas privadas y comerciales. Sus redes son: Tw @betinabarrios, IG @betinabarriosayala

Más sobre Alejandro Vega

Web del artista https://www.vegabeuvrin.com/

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