Con motivo de la celebración del centenario de la artista Mercedes Pardo, Tahía Rivero y Axel Stein han escrito para E S T I L O/online dos trabajos que recorren y analizan la obra de la artista. La primera entrega fue de Tahía Rivero, “El color emocional”, y esta segunda es de Axel Stein, “Notas sobre Composición, 1958”.
Notas sobre Composición , 1958
por Axel Stein
Fotos cortesía Fundación Otero Pardo
“La primera instancia de esta experiencia podría ser el color. Un color extraño, como si todavía estuviese húmedo de noche y de intimidad, a pesar de la vivacidad permanente de las armonías, a pesar del secreto ardor de estas sombras cálidas”. Roberto Guevara (1)
Cuando era niño, mamá nos llevaba a las inauguraciones del Museo de Bellas Artes. En alguna ocasión llegamos muy temprano y sorprendido, vi a mamá saludar respetuosamente a una persona que barría una de las galerías. Era Miguel Arroyo, el director. Una gráfica del fotógrafo Sardi quien cubría culturales por aquellos tiempos reportó el momento. En otra ocasión, fuimos a una exposición de… un solo cuadro y el mismo Miguel Arroyo hablaba sobre el mismo ante el público presente. No recuerdo las circunstancias (¿sería aquel famoso Retrato de Cézanne que la sociedad iluminada de Caracas trató de adquirir por subscripción de la galería Knoedler de NY por $ 150,000 para donarla al Museo de Bellas Artes?), pero tiempo después siempre me imaginé que todas las exposiciones se podían condensar en una sola pintura. Al recibir invitación de ESTILO para escribir una nota sobre Mercedes Pardo, se me ocurrió escribir sobre un solo cuadro, el que me abriría las puertas a todo el trabajo de Mercedes, cuyo centenario celebramos desde ahora: Composición, 1958.
“El Cinetismo es ausencia total del color. Es un juego que se queda en la retina por trucos ópticos…Hay una sensualidad en el color mismo que me interesa mucho. Cuando uno consigue un acorde de colores que vibran en una misma intensidad, esa vibración que se produce es emocional. El color da algo de tipo emocional muy profundo, casi una complementación de lo que puede ser un ser y al mismo tiempo expresa un clima en que se puede dar una personalidad. Yo me siento cumplida en la vía que estoy trabajando ahora; esto se liga a una cosa que me importa mucho: la expresión de nuestra luz, aquí . Además, yo soy una persona de Leo, nacida en el lugar del mundo (Caracas) donde la luz es lo más bello … Es mi vía. Ahora me siento en mi camino.” Mercedes Pardo, exposición 1 x 9 , color de la serigrafía. Museo de Bellas Arets. Texto de Margarita D’Amico.
Estas palabras de Mercedes Pardo recogidas por la crítico Margarita D’Amico en 1969 (2) en ocasión de la exposición 1 x 9, color de la serigrafía en el Museo de Bellas Artes de Caracas nos llevan directamente a la principal motivación de su obra como artista: la de descifrar, según sus palabas, de qué manera “un acorde de colores que vibran en una misma intensidad” y cómo dicha vibración común o en otras palabras, esa empatía cromática puede producir una emoción en el espectador. La creación de esa música pictórica que invade el ambiente visual con sus acordes y vibraciones proviene, para Mercedes Pardo de un don natural cultivado por los años de trabajo y como siempre le gustaba recordar, estudiando detenidamente obras de los clásicos en los museos. Es interesante el uso de la palabra vibración, un fenómeno que pertenece al ámbito de la física, aplicado a su pintura: es cierto que una precisa combinación de colores genera una vibración retinal en la zona de contacto de las masas cromáticas, lo que crea en el espectador una ilusión de animación. En una larga entrevista que le hiciera Ruth Auerbach a principios de este siglo, Mercedes regresa al tema y nos habla de la disciplina y la práctica: “En cierto sentido eso es un don, es decir es algo así como el timbre de voz de una cantante que es inigualable; si trabajas en ese timbre, puedes llegar a cosas muy especiales. Yo he reconocido que donde me siento mejor es en ese ámbito, por eso trabajo muy a conciencia, tratando siempre de encontrar nuevas armonías. Eso es más o menos lo que me sucede.”(3)
La pintura que nos interesa hoy es una obra particularmente atractiva que nos presenta un conjunto de colores contrarios, fríos y cálidos, lo que en pintura puede tornarse fácilmente en un terreno resbaladizo. Sin embargo, la obra ofrece al ojo una construcción armónica y coherente, debido en parte al lugar preciso y el tamaño relativo de cada forma coloreada. Una infinidad de cuadrados y rectángulos de colores vivos aparecen en el plano y animan la composición. Dominan los azules, rojos y amarillos. Hacia el exterior se extienden las áreas de mayor superficie mientras que el centro se alborota con los elementos más pequeños. Esta manera de resolver potenciales conflictos cromáticos y en menor grado formales, fue una de las especialidades de Mercedes Pardo. Creemos no equivocarnos al afirmar que Mercedes ha sido la colorista más importante que haya tenido Venezuela.

Mercedes Pardo. Composición, 1958
.Composición, 1958 está construida sobre una estructura de base que permite el desarrollo melódico de ésta y otras composiciones de esa época. Frente a esa única obra, acerquémonos parcial y subjetivamente a las complejidades y los orígenes posibles de la pintura de Mercedes Pardo.
Explorando más profundamente en aquello de la imagen como música, vemos de qué manera los elementos constitutivos de la pintura crean contrastes cromáticos que van sugiriendo un recorrido melódico cuyo color antagónico nos remite sorpresivamente a la coloratura de la pintura del último Vincent Van Gogh , en particular a su hiper conocido “Campo de trigo con cuervos, 1890 ” conservado en el Museo Van Gogh de Amsterdam. Por supuesto, Campo de trigo… fue creado en otro tiempo y con otro propósito: nos remite a un estado anímico que se revela en todo su drama en el conflicto aparente entre los campos de trigo agitados del final de un verano en las cercanías de Auvers sur Oise, el vuelo desordenado de aquellos cuervos de mal agüero con un fondo de oscura tempestad en la noche que cae en la lejanía. Fue su penúltimo cuadro antes de atentar contra su vida.

Vincent Van Gogh. Campo de Trigo con cuervos, 1890. Museo Van Gogh.
Muy lejos del drama de Van Gogh, y sin embargo con el mismo recurso -recordemos que en el llamado círculo cromático, el color amarillo es el opuesto al azul-, la composición de Mercedes Pardo más bien tiene que ver con el orden alterno de un arcoiris personal cuyos valores y animación nos invitan a seguir los pasos de baile de un alegre contrapunteo.
Admitimos que traer a colación a Van Gogh es atrevido, pero lo que sí no lo es, es que fue probablemente otro holandés, Piet Mondrian a quien nos debamos remontar para descubrir otros cimientos que duermen bajo el color de Composición 1958.
Fue Mondrian quien se atreviera por vez primera en la historia del arte a reproducir, mejor dicho, a reducir la esencia de un paisaje, y en consecuencia de todo el mundo natural, a una síntesis del mismo construido por líneas verticales y horizontales. Ese proceso de desprendimiento de las apariencias de la realidad tardó pocos años, pero sus primeras conclusiones se aprecian con la pintura Composition N. II, 1913, hoy conservada en el hermoso museo Kröller Müller en Holanda.

Piet Mondrian. Composition N. II. Museo Kröller Müller.
En efecto, a principios de la década del 1910, Mondrian había repensado unos paisajes pintados al natural años antes junto al pequeño río T’Gein, cerca de Amsterdam. Aquí, las casas, árboles, el río y sus reflejos de los primeros cuadros fueron reducidos a superficies de color pastel separadas por líneas horizontales y verticales de color negro. Estas fueron las primeras pinturas definitivamente abstractas del maestro. Recordemos que posteriormente una mínima estructura, ya deslastrada de cualquier atisbo de referencia a “la realidad” y un color puro adquirieron mayor importancia. Dichas obras precedieron su importantísimo y último lienzo realizado en Nueva York: el muy alegre, inacabado y revolucionario Victory Boogie Woogie de 1944. No sería extraño pensar que Pardo, así como muchos artistas de su generación considerara a Mondrian como uno de los más influyentes artistas de su tiempo. Años después y con estos antecedentes, la artista abriría en Venezuela caminos nuevos y fecundos.

Victory Boogie Woogie, 1944, Kuntsmuseum, La Haya
No sería aventurado afirmar que esta pintura de Mercedes Pardo es el prototipo de lo que sería su producción a partir de principios de los setentas hasta el final de su vida. Con honrosas y breves excepciones en los años sesenta que, para Mercedes fueran años de exploración en los que se sucedieron obras cercanas al informalismo y al llamado “tachismo”. Recordamos particularmente sus “Signos” tan cercanos en apariencia a los Objetos Gráficos de su contemporánea Mira Schendel. En todos los casos, fueron ejercicios válidos de libertad creativa.
Regresando al Pardo clásico, aquel que nos viene del final de los cincuenta y el que nos dejó en los treinta últimos años de su brillante carrera, recordamos al crítico, curador y amigo Roberto Pontual quien, en el ensayo del catálogo que acompañó la exposición Arte Ahora III (Arte Agora III) en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro en 1978 la cual tituló acertadamente “América Latina / La geometría sensible” escribió lo siguiente: “Conviene esclarecer un poco más los contornos del término antes de indicar aquellos que se concretizan en una muestra. Se trata de la fusión de dos elementos a primera vista conflictivos: la geometría supone un cálculo frío, algo determinado, riguroso, un ejercicio de la razón. Por otra parte la palabra sensible sugiere imprevisibilidad, animación, práctica intuitiva, alternancia e indeterminación.” (4). Aunque Mercedes Pardo no haya participado en dicha muestra, no es difícil incluirla en la lista de los artistas que practicaron esa geometría “americana” en la que la sensibilidad subjetiva y los trucos que permite el oficio, complementan lo puramente racional y crean de esta manera un sentido de seguridad virtual sugerido por una geometría acuartelada.
Programación es, paradojicamente, todo lo contrario de cómo abordaba Pardo su pintura. En otra respuesta a una pregunta de Ruth Auerbach, decía que
“Cuando estoy delante de una tela limpia, es para mí una página en blanco, y el acto de pintar es como si me estuviera zambuyendo en un abismo, no sé por donde voy a empezar, ni exactamente por donde va a salir la cosa. Es más, muchas veces, ya empezado el trabajo, yo creo que el cuadro lo lleva a uno y no uno al cuadro. Uno quiere hacer una cosa y uno la pone en el cuadro, pero la verdad es que él mismo te dice por donde debes ir.”










Al ver sus obras clásicas, perfectamente balanceadas y finamente ejecutadas , el espectador se imaginaría que hay un intenso proceso preparatorio para llegar a tan absoluta perfección armónica. Más allá en la entrevista, concluía:
“Para mí el hecho de pintar es como un ritual, y siempre existe algo que yo no he pensado, que no se plantea abiertamente, porque la pintura no se piensa. [Mi profesor, el pintor] André Lhote , furioso conmigo, me dijo un día: Oiga, piensa demasiado. Usted tiene que pensar que la pintura no existe. La pintura no existe, así que deje usted de pensar”.
De ese momento que remite a lo inmediato, a un presente continuado más que a un tiempo segmentado en los tres tiempos propuestos por la gramática, hablaba Mercedes al concluir la entrevista de Margarita D’Amico: “No pienso nunca ni en el futuro ni en el pasado sino que vivo en el momento presente que lo contiene todo”. Mercedes Pardo vivió, trabajó para dejarnos suspendidos en el momento evanescente de la música.

Mercedes Pardo
“No pienso nunca ni en el futuro ni en el pasado sino que vivo en el momento presente que lo contiene todo”
Mercedes Pardo
- El Nacional, 8 de diciembre de 1970 página 4 cuerpo C.
- Margarita d´Amico : Mercedes Pardo: 1 x 9 en: El Nacional 28 de Noviembre de 1969
- Ruth Auerbach: Entrevista a Mercedes Pardo. Museo Alejandro Otero, Exposición retrospectiva de la artista (1951-2000). La creación como argumento, presentación del catálogo.
- Roberto Pontual, Coordinador. Arte Ahora III (Arte Agora III) Museo de Arte Moderno de Rio de Janeiro, 1978 “América Latina / La Geometría sensible”. “Del Mundo: América Latina. De la Geometría: La sensible” pag. 8 en el catálogo de la muestra
Más sobre Mercedes Pardo
Fundación Otero Pardo http://oteropardofoundation.org/
Convocatoria y homenaje a Mercedes Pardo
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