La epifanía de Lara Alcántara

por Inger Pedreáñez

Un día, de este extraño 2020, la energía que Lara Alcántara tenía contenida, entre sus hábitos cotidianos y el encierro por la pandemia, avivó sus inquietudes artísticas. Desde entonces no ha dejado de fluir. En lugar de sucumbir por sentimientos de hastío o ansiedad, le dio un vuelco a la situación para reconocerse nuevamente como artista desde la fantasía y el humor.

Con una puesta en escena, prácticamente a diario, Lara Alcántara expresa la desesperación que significa el confinamiento entre las cuatro paredes del hogar. Una mujer puede mimetizarse como un objeto más dentro de un closet, colgada al perchero, quizás añora salir con esa linda chaqueta que no es para vestir en el hogar; o puede ser una distraída ama de casa que se imagina en otro sitio, mientras la aspiradora se come su propia ropa; o alguien que trata de escaparse de su entorno atrapada en el vacío de una secadora, o saltando por una ventana.

Su fantasía alimenta el mundo de lo real con tanta autenticidad que cualquier persona podría ser ese personaje en situaciones absurdas o surrealistas. Huye a través del proceso creativo para construir su propia historia, allí está el secreto del éxito de sus series fotográficas. El impacto no solo se ve en el incremento de sus seguidores en redes sociales (de 14.000 que tenía en marzo subió a 19.600), sino también en la cantidad de entrevistas realizadas en prensa, radio y televisión, que le han permitido dar a conocer su trabajo en todos los confines del mundo, incluido Japón.

— Todo comenzó con la cuarentena en Nueva York, donde trabajaba desde mi casa. Buscaba una manera de desahogar los miedos, la incertidumbre que genera no saber qué es lo que está pasando en el mundo. Encima, mi esposo que es médico, salía todos los días para atender pacientes con Covid19. Era un choque entre la realidad fantástica en la que yo vivía y la realidad de él que es muy cruda. Pero al principio, cuando él llegaba a la casa, esa realidad tan real me causaba muchísima ansiedad. Comencé a hacer estas fotos que tenían que ver con el día a día de mucha gente, que está obligada a hacer todo desde su casa: no solo es el cocinero, el que limpia, el que lava, sino también el profesor, el psicólogo, el emotional support, el todo. Llega un momento en que uno explota. Como artista estaba perdida por completo. Tenía una voz que estaba contenida, que ponía cualquier excusa para no salir, un tabú, un qué irán a decir… Ahora, cada vez que se me ocurre algo, voy y lo hago. Ya no tengo ese problema de juzgarme si me va a quedar bien. No importa.

— Hablemos de estos proyectos, en los que claramente se identifican tres cuerpos de trabajo.

— Hay uno más que es de noche y que estoy en proceso de edición. Son fotografías muy cinematográficas, con referencia de películas antiguas a blanco y negro, y utilicé una luz fija. Está muy inspirada en Fellini (es un Dalí de la cinematografía), Gregory Crewdson, Edward Hopper… Esta serie la comenzaba a hacer a las 9:30 pm, después de ir a ver el atardecer, me sentaba en la playa para escribir mis reflexiones del día y después me enfocaba en la imagen de la noche.

El mar es una pulsión para Lara Alcántara. Recientemente realizó un retiro creativo en una residencia de artista por dos semanas, en Florida, y allí tuvo una epifanía: debía materializar su propio entierro para despedir a la Lara que no quiere volver a ser. “Me fui sola con mi cámara, una luz y un trípode, y mis ganas de conseguir esa voz que está dentro de mí. Yo soy muy apegada al mar, todos los días me iba a las seis de la mañana a la playa, meditaba, escribía, me iba a mi casa, trabajaba, me desayunaba, trabajaba, almorzaba, trabajaba, cenaba, trabajaba y a dormir. Y al día siguiente otra vez todo igual. Fue un constante movimiento creativo de una adrenalina potencial. Estaba tan enérgica que no necesitaba dormir más de cinco horas. Y un día, me doy cuenta de la existencia de esa Lara vieja que no produce. Entonces, planifiqué su entierro, porque debía abrir espacio a esta voz que yo siempre he tenido, que siempre ha sido parte de mí”, relata.

Más que un funeral, fue un renacimiento. Construyó una urna a base de algas y mientras llegaba el amanecer ella fue una chamana con vestido blanco y pañuelo en la cabeza, y en las manos un libro que se titula El silencio. Luego, con un colorido vestido, resurge ella en otras posiciones, mirando al horizonte, danzando, lanzando pañuelos al aire. “Era una celebración muy feliz, agradecida con el océano por haberme llevado hasta donde llegué, con música, escribiendo, y ese día me enterré y luego me senté en una piedra a llorar por una hora. Fue increíble. Cuando estaba por guardar mi cámara, pensé que debía hacer la foto de la urna, pero apareció el camión que limpia la playa, y ¡fum! con su aspiradora gigante se llevó todo. Me sentí bien, ya todo había terminado”.

La chispa de aquella niña

Si hay algo que rescatar de ese pasado es aquella joven de 13 años que decidió que quería trabajar en fotografía de moda. Era el mundo que conocía a través de sus padres, con quienes los fines de semana solía visitar galerías y museos en Caracas. “Viví en un entorno rodeado de artistas. Veía el trabajo de un amigo de la familia, Fran Beaufrand, y decía que quería ser como él. Fran es un fine artist que trabaja en moda, es mi manera de definirlo. Él fue la persona que comenzó todo. Me brindó la oportunidad de acompañarlo a sus sesiones. Recuerdo que yo llevaba las luces, y él me permitía tomar fotos con mi cámara. Fue una gran inspiración en mi vida, siempre con un punto de vista distinto, buscaba la manera de jugar con los elementos, le importaba el discurso más que lograr una buena foto de moda”, afirma Lara.

Esa experiencia le abrió la posibilidad de su primer trabajo remunerado, porque siendo aún una adolescente, le comenzó a cobrar a sus amigas por hacer retratos de moda. En Francia reafirmó el sentido mágico de la cámara y descubrió que la fotografía significa escribir con luz. Con esa convicción decidió hacer su licenciatura en Fotografía. En Estados Unidos, comenzó en el BARD College y luego se transfirió al NYU Tisch School of the Arts, donde se graduó. Cuatro años más tarde obtiene la maestría en BARD College, en convenio con The International Center of Photography, ambas en Nueva York. Allí tuvo la influencia de los fotógrafos Stephen Shore, Cindy Sherman, Ellen Brooks y Larry Fink, entre otros.

Lara Alcántara. Serie Ausencias, 2010.

Su primera exposición en Venezuela la hizo de la mano de Elvira Neri, en la Sala Alternativa, y luego en Beatriz Gil, con una exposición colectiva sobre Ausencias, en donde también vendió sus obras. La galería Generous Miracles, de Henrique Faría y Milagros Maldonado, le ofreció su primera individual en Nueva York. “Vendimos todo, menos tres fotos”, comenta Lara. Corría entonces el año 2001, ya tenía 20 años. Esa serie de fotos tenían un concepto entre abstracto y erótico: “Mis primeras imágenes estaban inspiradas en Georgia O’Keefe, me parecía muy sensual todo lo que ella hacía. Me gustaba trabajar en lo que estaba fuera de foco. Quería que la persona que viera mis fotos se tomara un poquito más de tiempo frente a la obra. En la Universidad me llamaban The queen of depth of field (la reina de la profundidad de campo).

— Tenías una visión de lo que querías en la vida.

— Siempre me ha gustado el teatro y la fotografía. Mi sueño era abrir una escuela de cinematografía en Venezuela. Hice una carrera de major en fotografía y un minor en teatro, me gusta estar de los dos lados de la cámara. He hecho teatro, he hecho películas, pero la fotografía siempre ha sido mi fuerte. Meterme en personajes que no son míos pero viven dentro de mí es algo que me interesa muchísimo.

Los clones de Lara

La tarea de reflejar múltiples yo, no es una práctica reciente de esta fotógrafa. De hecho, tiene un cuerpo de trabajo anterior, titulada TELENOVELA, que realizó cuando aún vivía en Venezuela, en donde igualmente refleja tres egos. “Allí empezaron los autorretratos, pero eran tres mujeres que vivían dentro de mí, yo me llamo Lara Carolina y esos personajes eran Lara, Rala y Carolina. Rala, que era irreverente, rebelde, de pelo negro corto, con un solo zarcillo; Carolina que era la niña buena, la sumisa y Lara quien era la que mantenía el balance de todo y la que lograba que todo estuviera en paz. Eran autorretratos de las tres en un mundo fantástico. Luego hice un proyecto con Barbies, con una cámara 5×7, pero al final me di cuenta que también era otra forma de autorretrato”.

Lara Alcántara. Serie Barbies y Serie Telenovelas.

Lara Alcántara. Retrato de familia.

Con su matrimonio, hace quince años, cambiaron las prioridades. Siguió trabajando como influencer y PR en eventos de moda, pero también estaba la responsabilidad de ser madre de dos niñas y atender un hogar. Y así estaba cuando la pandemia le abrió una puerta que había cerrado sin darse cuenta. Era el momento de aprovechar el tiempo que le brindaba la cuarentena.

— En esta explosión de creatividad trabajas simultáneamente varios temas. Por una parte está el caos dentro del hogar, tienes otro lleno de fantasía, y está uno más muy surrealista. Me llama la atención esa serie donde el rostro desaparece y son flores…

— Soy una gran fan del trabajo de Dalí. Recuerdo haber visto sus cuadros y quedarme reflexionando. Y mi mente es muy hiperactiva, estoy constantemente pensando. Un amigo me regaló un escrito de Martha Graham donde explica que como creadores estamos aquí no para juzgar nuestro trabajo sino para crearlo y dárselo al mundo. Desde entonces para mí, todo lo que se me ocurre, lo hago. Uno no viene a este mundo a juzgar su trabajo, ni explicarlo, sino a crearlo. Es organizar y hacer. No tengo que pensar las cosas dos veces. Por ejemplo, la imagen de La Creación, de la Capilla Sixtina, no me tardé en hacerla más de 50 minutos. Me salió de un sueño y cuando me viene la idea, dibujo y ejecuto. Hay días que son frustrantes, pero al final salen las fotos, el challenge es hacer todo lo que se me ocurra. Uno se da cuenta de que tiene el poder de hacer cualquier cosa que se te pase por la mente.

Lara Alcántara. La creación, 2020.

— Esa foto de La Creación, la doble luz, se advierte que fue pensada, planificada.

—Soy muy fan de la luz de la tarde, del golden hour. Sabía que la luz entra directa en esa iglesia, cuando está cayendo el sol en la tarde. Decidí poner a la creadora de blanco, y esperé a que cambiara la luz, y la que está siendo creada está del otro lado, porque no ha llegado a la luz. Eso lo medité muy bien. Me encanta el color de esa luz, es amarilla.

Lara muestra el boceto y dice: “este fue el diseño de lo que soñé. Las fotos que hago las sueño, dormida o despierta, pero las sueño. Algunas veces aparecen en mi mente, una cosa muy loca. Aquí está una que no he hecho, es de unos platos cayendo del cielo y yo descalza con unos platos rotos en el suelo”.

— Háblame de ese otro cuerpo de trabajo, donde el personaje se multiplica o vive situaciones absurdas o caóticas.

— Ahí Cindy Sherman es uno de mis top (en referencias).

Cabe mencionar que de esas piezas, una de las preferidas de la artista es The Last Supper (junio 2020). Ella es Jesús y los apóstoles. En el medio, Jesús se desinfecta, con la ayuda de un apóstol, una de sus manos mientras sostiene el pan con la otra. Entre tanto los demás apóstoles están a su cuenta: uno canta rancheras, otro se hace selfies, otro brinda eufórico y uno duerme, porque es paciente de Covid y está cansado… Comenta la artista que un coleccionista hizo una oferta de adquisición de la obra, y la quiere en grandes dimensiones (2,5 x 1,5 metros).

Lara Alcántara. La última cena. 2020.

— Al ver tus fotos asociadas al mundo de fantasía, El Principito, El mago de OZ, Peter Pan, en este contexto de crisis sanitaria mundial, me hizo pensar en el personaje de La vida es bella, que le construye al hijo una realidad diferente.

— Sí, totalmente, una de mis películas favoritas. La mejor. Ese proyecto pasa por el síndrome de Peter Pan que tengo. Yo no quiero crecer, mi cuerpo crecerá y envejecerá, pero mi mente, mi alma y mi energía no van a crecer. Yo siempre voy a ser una niña, porque a mí me gusta estar ahí. Entonces, hay ciertas fábulas y ciertas historias que en verdad me agradan, me gustan. Entre mis libros favoritos están El Principito, Alicia en el País de las Maravillas, Mi Jardín Secreto, El Mundo de Sofía, El mago de Oz, Mary Poppins y todas esas historias las voy tomando y mis niñas gozan viéndome hacer las fotos.

A la vez son partícipes y cómplices de su madre. “Hicimos una foto para una compañía de Venecia, y nos tomó tres días hacer la góndola, cortarla y pintarla. Decidimos hacer la foto con las franelas de rayitas y el uquelele, todo muy bien pensado, y ellas fueron parte de esa experiencia. Con Alicia en el País de las Maravillas hicimos una foto donde estoy atrapada al otro lado del espejo y ellas mirando, a ver dónde está mami. Sí, trato de involucrarlas porque para mí es importante que ellas vean que el mundo no solo es la ciencia, como su papá, sino que está lleno de fantasía y hay espacio para crear y para soñar… Me gusta sacar a la gente de su realidad, aunque realmente, al principio, hice estas fotos para mí, para sacarme de la realidad donde yo vivía y aplacar mi ansiedad. Me gusta la buena energía, no estoy obligada a vivir un mundo tan real.

— ¿Cuáles son tus próximos proyectos?

— Ahora viene mucha cinematografía, y voy a comenzar a entrar al video. Voy a tomar esta misma creatividad y buscar la manera de hacer videos. Me gusta escribir, y las historias que hago tienen narrativa. Tengo un enfoque en mi trabajo y en mis hijas. Tengo una visión muy específica de lo que yo quiero ser como artista.

Aún cuando Lara Alcántara está residenciada en Nueva York, desde hace 20 años, mantiene el vínculo con Venezuela y actualmente está trabajando en un proyecto con Gabriela Benaim, bajo la curaduría de Lorena González Inneco, para una exposición el año entrante. También será incluida en el proyecto digital #Tiempos de Espera, en la página de GBG Arts y que puede ser visitado en Instagram. Ella está segura de que la exposición va.

—Tengo un threesome entre el océano, el universo y yo. Estamos conspirando para que esto se mueva. Es un hecho.

Inger Pedreáñez es periodista (UCV), fotógrafa, poeta. Profesora de periodismo en la Universidad Católica Andrés Bello. Dedicada al periodismo corporativo por más de 25 años. IG: @ingervpr.

Más sobre Lara Alcántara

https://www.laraalcantara.com/

Instagram @laraalcantara

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