Tiempo de Biennale

Tiempo de Biennale

por Caresse Lansberg

¿Cómo caminar desde Francia a Italia pasando por Ghana y Lituania, haciendo una corta parada en Rusia y los países nórdicos, en Egipto y Nigeria? Cómo, en dos o tres días visitar el mundo y conocer el arte como expresión de sus culturas. El único lugar en donde pueden hacer ese viaje mágico es en Venecia, exactamente en el Giardini y en el Arsenale y durante la Biennale de Arte que sucede cada dos años en mayo y termina en noviembre. Se tienen 6 meses para hacer ese maravilloso viaje. En una oportunidad única de recorrer el arte emergente y establecido del mundo.

Dentro de la instalación de luz, Akhob, de James Turrel en la Bienal de Venecia, 2011.

Desde que mi amigo y compañero de trabajo Luis Ángel Duque me convenció para que fuera a mi primera Biennale, he tratado de ir cada dos años, y en mi cuenta llevo diez. Diez veces en esa histórica ciudad llena de arte moderno y contemporáneo. Mi amiga Kira dice que en Venezuela no hay quien haya asistido a diez bienales de Venecia, no sé si eso es cierto, pero debo confesar que cuando saqué la cuenta me quedé sorprendida con ese dato sobre mí misma.

Support de Lorenzo Quinn, Biennale di Venezia 2017.

Para mí, esas visitas a la Bienal de Venecia han sido no sólo un privilegio por el que estoy agradecida, sino las mejores clases de arte, en las cuáles lo que he hecho es ver, aprender y absorber mientras respiro esa mezcla genial que es la ciudad de Venecia engalanada para la ocasión con obras de arte dispuestas en plazas y palazzos, o hasta en medio de los canales y la bahía. Se puede estar en una plaza, o campo como se les llama, del siglo XIII, y enfrentarse con una cabeza gigante del artista catalán Jaume Plensa, o un poco mas allá, unas manos enormes de piedra blanca que salen del agua y parecen sostener un viejo palazzo al borde del Gran Canal (Support de Lorenzo Quinn, Biennale de Venezia 2017).

Arte es lo que hacen los artistas

Estuve en Venecia en septiembre de este año, que es la mejor época para ir, el clima es perfecto, no hay tantos turistas y el contraste del cielo azul sin una nube, con los ocres, sepias, naranjas y amarillos de las edificaciones que han mantenido su identidad particular desde la Edad Media, es un regalo para la vista y para el alma. Mi amigo el diseñador Mauro Barazarte, dice que “Venecia no se puede contar”. Aparte de los venues oficiales de la Biennale que son el Giardini y el Arsenale, hay que recorrer la ciudad y los diferentes espacios que montan exposiciones maravillosas que coinciden con la Biennale y la complementan como son el Palazzo Grazzi, el Palazzo de La Academia, la colección de Peggy Guggenheim, el museo de La Punta de la Dogana, la Fundación Prada, el Palazzo Fortuny, el Museo Correr y otros que te confirman que la ciudad entera está llena de arte.

Vista de la instalación en La Academia, Venecia. 2019
Georg Baselitz. Vista de la instalación en La Academia, Venecia. 2019

En estas visitas a la Biennale, he aprendido a ver y comprender el arte de este tiempo, de mi tiempo, el arte contemporáneo, y entiendo ahora lo que Luis Ángel Duque decía cuando ante alguna obra que le disgustaba, algún incrédulo exclamaba: ¿Y eso es arte? Y el respondía “Arte es lo que hacen los artistas”. Es una definición tan sencilla que lo explica todo. Puede gustar o no gustar lo que se ve, pero es así, arte es lo que hacen los artistas.

Mari Katayama, Japón. Bienal de Venecia 2019.

Cuando se está en un espacio tan grande, lleno de obras hechas por artistas de tantos países, de culturas diversas que se expresan de formas tan particulares y diferentes, que utilizan todos los medios para realizar sus obras, y te encuentras caminando entre ellas por horas y horas, viendo de todo: esculturas, videos, fotografías, montajes, instalaciones, espacios con luces y sombras o sonidos y movimiento, te das cuenta de la vasta variedad de expresiones artísticas que manejan los artistas de hoy. ¿Y todas son arte? ¡Sí, todas lo son! ¿Un robot que recoge sangre de un piso blanco y que ruge como una fiera porque no puede hacerlo con toda? Es una obra de arte, porque está concebida y realizada por un artista, porque está expuesta en un espacio de arte y seleccionada y escogida por un curador para esa exposición.

Pero también, he comprendido por qué muchas personas se sienten intimidadas ante algunas obras de arte contemporáneo, y no aceptan que el arte es la expresión de una época; la expresión de un individuo que plasma en su obra un discurso que tiene que ver con los temas de su tiempo con los issues que lo impactan. Y no, el único arte no es los girasoles de Van Gogh o los atardeceres de Turner, o la Mona Lisa de Leonardo, arte es también las obras cinéticas de Jesús Soto y de Carlos Cruz Diez, las casas voladoras de Leandro Elrich, o las fotografías de Hiroshi Sugimoto.

Dibujos preliminares de “Triumphs and Laments,” William Kentridge, Bienal de Venecia, 2017. Foto: Fulvio Ambrosio

En ese sentido, La Biennale ha sido y es una experiencia sin igual para mí; he visto artistas que después de participar en la Biennale de Venecia , se convirtieron en estrellas y los he visto por primera vez en Venecia, como fue el surafricano William Kentridge, o la francesa/americana Louise Burgeois cuya obra pude apreciar hace 20 años en el pabellón de los Estados Unidos con unas esculturas de mármol blanco impecablemente clásicas, que nada tienen que ver con su trabajo posterior, ¿o sí? También me pasó con uno de los grandes videoartistas, el polaco Krzysztof Wodiczko, ocupaba todo el pabellón de Polonia con una magistral obra de 20 videos que me conmovió y que luego fue portada en la ESTILO 20 y el artista norteamericano Bill Viola, también portada de la revista, que ocupaba todas las ventanas de los palacios que rodean a la plaza San Marco; me pasó con Michelangelo Pistoletto y su Venus de los trapos, entre muchos otros más. El arte que es y el que vendrá, en tendencias y conceptos, se muestra en Venecia. Es allí donde te enteras.

Michelangelo Pistoletto, Venus de los trapos. Bienal de Venecia, 2017.

La felicidad de la amistad

He podido ir a la Biennale con amigas que comparten mi interés por el arte, recuerdo especialmente cuando estuve con Marva Griffin quien es conocida en el mundo por su trabajo en la promoción de diseñadores jóvenes a través del la organización de Il Salone Satelite del mueble de Milán. Marva es una celebridad en Italia y andar con ella es muy divertido porque desde Miuccia Prada herself se acercan a saludarla.

En otra ocasión, la visita la hice con Mauro Barazarte, diseñador de moda, radicado en Londres y con María Luisa Ibarra famosa por su ojo para detectar a diseñadores de moda jóvenes; estuve con Patricia Beracasa, mi comadre, en dos ocasiones, otra de ellas con mi hija Lara quién es fotógrafa y artista en un viaje intenso en el que salíamos en la mañana y regresábamos al anochecer, agotadas, con la vista y la mente saturadas de arte. Otros amigos y mi esposo han acompañado estos recorridos siempre con el interés de aprender y descubrir, en un impulso que te lo refuerza el mismo ambiente de la ciudad.  

Parte de mi recorrido por la Bienal. Video: Rafael Díaz.

Una visita determinante fue de la mano de Luis Ángel Duque. Nos encontramos en Venecia, en una ocasión en la que fue seleccionado curador del pabellón de Venezuela, que se encuentra en el Giardini y que tiene un pedigrí muy especial porque fue diseñado por el gran arquitecto italiano Carlo Scarpa. Con Luis Ángel recorrí durante un día completo todos los pabellones del Giardini escuchando sus comentarios. Fue como recibir una clase magistral.

Creo que el único sitio en donde puede producirse un diálogo entre el arte contemporáneo y la arquitectura del Siglo XIII, por ejemplo, es en Venecia. Ese diálogo del cual hablaba Constantin Brancusi que surge entre las obras de arte que se complementan y que de alguna manera armonizan entre sí y se retroalimentan; cuando la estética no se busca sino que aparece y se produce el maravilloso hecho de la belleza que te entra por los ojos, te produce una sensación de armonía y, ¿por qué no decirlo? de felicidad. Tal como dijo el poeta John Keats A thing of beauty is a joy forever”.

May you live in interesting timesQue vivas en tiempos interesantes

Este es el tema central que el curador Ralph Rugoff planteó para la Biennale Arte 2019, con el propósito de reunir un grupo internacional y pluricultural de artistas que retan los hábitos de pensamiento existentes y abre nuestra lectura de objetos e imágenes. Su trabajo surge de la practica de manejar múltiples perspectivas, de tener en mente nociones aparentemente contradictorias y de experimentar diversas maneras de comprender el mundo en que vivimos.

Según el curador Rugoff, “May you live in interesting times explora la forma en que el “arte interesante“ crea formas cuyo carácter particular y su delineación, sugieren preguntas sobre la forma o manera como marcamos las fronteras y los límites culturales; presentamos tipos de arte que de varias formas iluminan el concepto articulado por Leonardo DaVinci y por Vladimir Ilych Lenin de que ‘todo está conectado con todo lo demás’.”

Cada edición de La Biennale di Venezia (y aclaro porque cada dos años intercalados se presenta La Biennale de Arquitectura) tiene un curador diferente, quien ofrece su tema y quien establece las directrices a seguir y los perfiles para la selección de los artistas que participan tanto en el Arsenale y en el Pabellón Central de La Biennale situado en el Giardini.

Simultáneamente, en el espacio del Giardini Biennale se distribuyen los pabellones de 71 países que presentan su propia exhibición bajo la dirección de sus curadores dándole así un carácter verdaderamente multicultural a la experiencia en Venecia. En la ciudad y en algunas islas adyacentes se presentan proyectos especiales y se sitúan espacios que se ofrecen como pabellones a unos 10 países más.

El Anatsui, de Ghana

En esta última Biennale 2019, me sorprendió la presencia de numerosos y excelentes artistas de países africanos, como es el caso de Ghana, que presentó un proyecto titulado Ghana Freedom Project en donde la obra de El Anatsui causó gran interés. ¡Todo el mundo hablaba del pabellón de Ghana! Y los grandes tapices de Anatsui hechos con desechos te dejan con el asombro en la punta de la lengua. Anatsui vive y trabaja en Nigeria. Sobre él y su trabajo escribiré un capítulo aparte.

Sun Yuan & Peng Yu. Can't help myself. Bienal de Venecia 2019.

Asimismo, me impactaron especialmente, las obras de los artistas: Cristina & Margaret Wertheim (nacidas en Australia y basadas en Estados Unidos) con sus arrecifes de coral tejidos en crochet, el río que cruzaba el Arsenal era de Otobong Nkanga (Nigeria), las pinturas de July Mehretu (Etiopía, basada en Nueva York), esculturas de Yu Ji (China), los videos de Alex Da Corte (Estados Unidos), Ad Minoliti (Argentina), Neïl Beloufa (Francia-Algeria), los videos cerebrales de Ryoji Ikeda (Japón), las esculturas de Anicka Yi (Corea), las fotografías de Zanele Muholi (Suráfrica), los videos de Ed Atkins (Reino Unido), el portón batiente y la instalación “For in your tongue I cannot fit” sobre poetas silenciados por la prisión de Shilpa Gupta (India), la obra de Kemang Wa Lehulere (Suráfrica), los videos y fotografías Anthony Hernández y Christian Markle (Estados Unidos), las manos gigantes de Lorenzo Quinn (Italia), las pinturas de Nicole Eisenman (Estados Unidos), el robot recoge – sangre de Sun Yuan & Peng Yu (China), la fotógrafa trans Martine Gutiérrez (Estados Unidos).

El León de Oro, primer premio, lo ganó el pabellón de Lituania por el performance Sun & Sea, el premio correspondiente al mejor artista fuë entregado a Arthur Jafa (Estados Unidos) y el reconocimiento a la mejor carrera artística, a Jimmie Durham también estadounidense.

Todos somos iguales

Los temas que actualmente preocupan a los artistas de casi todos los países son los mismos: la destrucción del planeta, el cambio climático, las migraciones, los fanatismos religiosos, el tema racial y la segregación, las especies en extinción, el sexo (aunque ya no tanto como antes), la identidad de género, la violencia de género, la política, la violencia de estado y las guerras. Hace poco le pregunté a una amiga que ha vivido en África, Asia y Europa, qué había aprendido de vivir en todos esos sitios por tanto tiempo. Me respondió, “aprendí que en todas partes el ser humano es igual, tiene las mismas angustias y goza de los mismos placeres. Todos somos iguales.”

A pesar de que vivimos en “tiempos interesantes” y todo parece haber cambiado brutalmente, el ser humano sigue siendo el mismo. Todo alrededor, esa parafernalia que es la cultura, ese bagaje de tradiciones y de prejuicios impuestos a través de los siglos por religiones y estamentos de poder, nos afecta en lo más íntimo, que es en dónde precisamente todos sentimos igual.

La próxima bienal de arte en Venecia será en el 2021 y espero poder volver para maravillarme de nuevo con la luz y con el encanto de Venecia en tiempos de Biennale.

PS: Al momento de publicar esta nota, Venecia se encuentra inundada de una manera sin precedentes, por lo que la Bienal ha sido cerrada hasta nuevo aviso. La inundación no ha causado daños a las obras en exhibición pero sí a muchos de los edificios que son patrimonio de la humanidad y ha cobrado dos vidas humanas. Justamente y paradójicamente la obra ganadora de esta edición comenta el cambio climático, que ha ocasionado esta violenta inundación.

Caresse Lansberg es periodista (UCAB) y editora. Dirige la Fundación Cultural Estilo y la revista Estilo / online.

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Participantes por país en la Bienal de Venecia 2019

Introducción de Ralph Rugoff a la Bienal de Venecia 2019